La Cuaresma: Una temporada de combate espiritual

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“No sólo debemos evitar el pecado como seguidores de Jesucristo;
también debemos hacer el bien.”
—Arzobispo Thomas Wenski


La Cuaresma: Una temporada de combate espiritual.

En estos días, casi todo el mundo sabe lo que es el Ramadán. Podríamos no saber cuándo comienza o termina, pero sabemos que, durante el Ramadán, los musulmanes ayunan y oran. Y al parecer, lo hacen de manera intencionalmente consciente y con la seriedad adecuada del propósito. ¿Acaso los católicos abordamos la Cuaresma con la misma intencionalidad y seriedad?

Como miembros de la Iglesia, somos un pueblo peregrino que, como dice la oración “Salve Regina”, clamamos “llorando y gimiendo en este valle de lágrimas”. Nuestro viaje por la vida nos lleva por colinas y valles; es decir, a lo largo de puntos altos y de puntos bajos. Los peregrinos, dadas las dificultades de la jornada, deben viajar ligeros, sin cargar con equipaje excesivamente pesado.

La Cuaresma, con su llamado a la penitencia y al arrepentimiento, es básicamente una invitación a abandonar el exceso de equipaje del pecado y del vicio. Las diversas prácticas de la Cuaresma (ayuno, oración, mortificaciones y sacrificios) no se realizan para castigarnos a nosotros mismos. Más bien, para liberarnos de los gravámenes del pecado, dichas prácticas nos sirven para alcanzar la libertad que nos puede ayudar en la práctica de llegar a ser nuestro propio mejor yo; a inclinarnos a hacer lo correcto en el momento adecuado.

Por lo tanto, la Cuaresma es una forma de comprobar las direcciones de nuestro GPS espiritual; para asegurarnos de que, con todos los giros y vueltas en el viaje de nuestra vida, todavía estamos yendo en la dirección correcta. La Cuaresma nos recuerda que el verdadero propósito de la vida no es buscar nuestra gloria, sino la gloria de Dios; una gloria que no se encuentra a través de la autoafirmación o la autobúsqueda, o, como el Papa Francisco gusta decir, en “absorbernos en nosotros mismos”, sino a través de la entrega de nosotros mismos y del autosacrificio.

De este modo, la Cuaresma —que conmemora la temporada que Jesús pasó en el desierto— es una temporada de combate; una temporada de batalla espiritual contra el espíritu del mal.

La Cuaresma asume que conocemos la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, entre el bien y el mal. Así que la Cuaresma no es una invitación a participar en discusiones o debates morales sobre por qué algo está mal o bien. Se trata, en cambio, de una invitación a mirarnos con honestidad inquebrantable durante este tiempo especial de gracia, y a la luz del Evangelio, para tratar de averiguar por qué hacemos elecciones erróneas, y para aprender lo que debemos hacer para elegir correctamente.

Cada año, durante la Cuaresma, necesitamos oír una vez más la voz de los profetas que claman y nos sacuden la conciencia. Por ejemplo, el profeta Isaías desafía nuestra idea de que podemos realizar una buena Cuaresma renunciando simplemente a golosinas y postres. El Señor habla por boca de Isaías, diciendo: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?” (Isaías 58, 6-7).

El Catecismo de la Iglesia Católica habla de las obras de misericordia corporal y espiritual: estas obras de misericordia pueden ayudarnos a recordar que no sólo debemos evitar el pecado como seguidores de Jesucristo; también debemos hacer el bien.

En todo caso, las prácticas tradicionales de la Cuaresma —oración más intensa, sacrificios y mortificaciones, limosnas y otros actos de caridad— tienen por fin el enseñarnos a decirnos “NO” a nosotros mismos, de tal manera que, liberados de la esclavitud de nuestros deseos, podamos decir “SÍ” a Dios y a nuestro prójimo necesitado.

No sólo debemos evitar el pecado como seguidores de Jesucristo;
también debemos hacer el bien.”